Autorización del Almirantazgo

El deseo de convertirse en armador, es una cosa con la que llevo bastante tiempo conviviendo, y el Almirantazgo siempre ha sido consciente de ello, pero también ha sido un inteligente jugador de poker que ha sabido durante mucho años mantener ese deseo fuera de lo que podríamos llamar factible. A veces con un “acabamos de ser padres, es pronto para eso aún”, “es mucho dinero, y ahora tenemos muchos gastos”, “vivimos a 170 kms, no es práctico”, “para el año vamos a hacer obras en casa, hay que ahorrar” o un demoledor “¿Pero primero no deberías sacar el PER?”

Con el tiempo, tras sacar el PER y dar mucho dar la lata, y los que me conocen en persona saben que a dar la lata y ponerme pesado pocos rivales en el mundo tengo, sin que yo me lo esperara, el Almirantazgo, un día me habló de esas obras que desde hace 4 años vamos a hacer el año que viene: “Mira, ¿por qué no compras el barco ahora? porque cuando hagamos las obras en casa nos vamos a fundir todo lo que tengamos ahorrado, y no habrá para el barco, pero al revés no tiene por qué ser así, ya reduciremos algo de la obra que no sea tan necesario y punto, eso sí, no te puedes gastar más de 6000 euros incluyendo todo.”
Evidentemente, los ojos me brillaban como los de un niño en la Cabalgata de Reyes, tenía que aprovechar el momento, no fuera que el ataque de locura temporal transitoria que le había dado al Almirantazgo se le pasara y volviéramos a las frases demoledoras.
Ese día empezó la batalla por encontrar un barco, y esa batalla empezó en Internet, mi primera opción era buscar barcos por mi zona, pues los gastos de transporte podían hacer subir mucho el precio. Recuerdo que el primer anuncio que encontré fue este: Velero Puma 23 – 5.500 EUR, pero eso ya es otra historia.

Si te gusta la vela: estás jodido.

El título de este artículo, es una frase que oí a un amigo cuando le comenté que había conseguido que “El Almirantazgo” me autorizara a comprar un barco, “bueno, con unas condiciones”, le dije, y él me respondió con cara de saber muy bien de lo que hablaba, por haberlo sufrido en primera persona, el título de este artículo.

La verdad, es que cuando una persona, digamos de “recursos limitados”, se pone a hacer los cálculos de lo que supone poseer un barco de vela, rápidamente llega a esta conclusión. Esos cálculos los he hecho cantidad de veces, y siempre he llegado a la misma conclusión: el problema no es comprarlo, el problema es mantenerlo.

Cuando uno empieza a ver los costes de los recambios, equipamientos y demás relacionados con un barco se echa las manos a la cabeza: todo es ¡nauticamente caro!. Una cuerda es barata, pero si a la cuerda la llamamos cabo, pasa a costar el triple o el cuádruple. En cuanto cualquier objeto cambia su nombre por un nombre náutico, el factor 4x hace su aparición. Pero si hasta un catavientos, que no es más que una tira de seda puede costar más de 10 euros (un ejemplo de catavientos baratito). No hablemos ya de la mano de obra, te puedes encontrar en precios por hora de concesionario de coche de lujo por trabajos con un índice de chapuza del 80%.

Pero aún así, yo he seguido adelante. ¿Por qué? Pues muy sencillo, porque como en muchas otras cosas en la vida, al final casi todo es cuestión de prioridades y de esfuerzo personal. Hay que dejar atrás algunas cosas para poder obtener otras. Evidentemente la compra de material no se puede evitar, pero generalmente en internet se suelen encontrar mejores precios que en las tiendas nauticas locales. El problema se circunscribe entonces al precio de la hora de trabajo, que, si uno está dispuesto a aprender bricolaje náutico y a dedicarle tiempo, se puede reducir prácticamente a cero, sobretodo si se conoce a gente en la misma situación que uno, o que conozcan las disciplinas necesarias.

Aún así, cada persona debe encontrar su própio camino a la hora de tomar la decisión de si comprar un barco o no. Yo he tomado la mía, y no soy una persona especialmente habilidosa en el bricolaje de cualquier tipo, pero mi afición por el mar, por ahora está consiguiendo que me introduzca en esto del bricolaje náutico.

Antecedentes

Desde muy pequeño el tema de la navegación me ha llamado. No recuerdo cual fue la primera vez que me subí a un barco, pero seguro que no tenía más de 10 años. En mi familia, uno de mis tíos siempre fue un enamorado de la pesca submarina y la navegación, llegó a tener desde un 470 precioso de madera, que aún conserva, a un enorme “tractor” de casi 10 metros de eslora. Mi padre, que se llevaba muy bien con él, solía acompañarle en verano en sus múltiples salidas a pescar, y en numerosas ocasiones yo les acompañaba.

Arpege 30Mi primer contacto con la vela se la debo a un amigo de mi tío, que poseía un hermoso velero de nombre María Beatriz, un Arpege, en el que por primera vez descubrí la maravilla de la navegación a vela. Descubrí ese momento mágico en el que se izan las velas y se apaga el motor, ese momento en el que todo cambia a bordo y a la vez cobra sentido, y desde ese momento, siempre he soñado con poder vivir ese momento cada vez que quisiera, durante muchos años he sido poseedor del que dicen es elmejor velero del mundo, el del amigo, pero recientemente he traspasado ese barco a mis amigos. Espero que lo disfruten, y espero disfrutarlo con ellos. Además, a ver si les meto el gusanillo a las peques, que por lo de pronto, aunque con miedo, están ilusionadísimas.