Reparaciones y compras

Tras la vuelta al mar del barco he hecho algunas mejoras en el mismo, algunas provocadas por la distinta configuración del nuevo palo y otras debidas a la voluntad de mejorar la embarcación como han sido un lazy jack/bag, antena en el tope del palo, y un stopper nuevo. Como sabrá ya el lector, el Peregrina pasó una larga temporada en tierra, lo suficiente para que me olvidara de la cantidad de cosas que hay que estar arreglando constantemente en un barco.

Hasta ahora, llevo tres meses en los que básicamente he aprovechado para disfrutar de nuevo de la navegación, pero ya no puedo retrasar más algunas reparaciones que necesito hacer con urgencia:

  • Reenvío de cubierta para las drizas de mayor y génova.
  • Reparación de la emisora VHF, que recibe pero no emite.
  • Reparar la caña del timón, cuyo laminado se ha abierto un poco.
  • Substituir la tabla donde se agarra el fueraborda, que seguro que tiene un nombre náutico que desconozco, porque tiene una grieta muy fea.
  • Reparar el piloto automático.
  • Instalar cornamusas en la base del palo.
Esos son todos los trabajos que tengo ya en marcha, pero al desarrollar alguno de ellos me encuentro ante el dilema de dónde comprar. Los mismos productos, en la tienda que hay en el puerto cuestan 90 Euros, en una web española de Náutica 85 Eur, incluyendo los portes, claro, y en una del Reino Unido a través de ebay 67,50 Eur, portes incluidos, claro. ¿Que haría el lector en esta situación? ¿Cual es el motivo de esta diferencia de precio? La verdad, es que como consumidor, lo más probable es que me decante por la tienda en ebay, y es que 20 Eur me dan para comprar una cornamusa en mi tienda local, o casi dos en la web del Reino Unido. Pero ¿qué pasaría si mi tienda local me ofreciera un plus que la tienda de internet no puede hacer? 20 Euros por evitarme comerme el coco e instalar yo mismo el nuevo reenvío podría compensarme. Quizá vaya por allí y lo plantee.
Cambiando de tema, si aún no he comprado el reenvío de cubierta que necesito es porque no tengo claro la fuerza que tendrá que soportar. Se trata de las drizas de dos velas, ambas con un gratil de unos 9 metros y un pujamen de 5 y 3 metros, todas las medidas redondeadas al alza. Tengo que investigar cómo saber qué carga debe soportar el reenvío. 

Reflexiones acerca de las tostadas, la mantequilla y la gravedad

Sí, hablo de la Ley de Murphy. Y es que ha bastado que moviera un par de hilos con el fin de hacerme con un botalón, aunque sea de quita y pon, para ponerlo en la proa del barco para así hacer que el asimétrico rindiera mejor, para que tuviera un percance que seguramente me obligue a olvidarme del dichoso botalón. Como ya he comentado más de una vez en este blog, el ser armador, frente a lo que la gran mayoría de la gente piensa, no significa estar forrado, es una símple elección y priorización de gastos. También he escrito más de una vez aquí que determinadas averías son para mi un “tortazo” gigantesco, pero bueno, hay que sacar el dinero de otras cosas para poder seguir disfrutando del mar.
Ayer domingo, hablé con mi mujer de ir a tomar el aperitivo a Raxó, a lo que ella que es muy perspicaz, me contestó que ella iba en coche con las niñas, que si quería ir en barco que fuera yo, que hacía demasiado frío, respuesta que me esperaba, por supuesto. Antes de salir de casa, vi los walkie-talkie que SS.MM. los Reyes Magos de Oriente le regalaron a mis hijas, y los cogí. Uno lo metí en mi bolsa del barco y el otro se lo di a ellas. Les dije: Cuando estéis llegando llamadme por el walkie y hablamos. Esto a ellas les hizo mucha ilusión, porque posteriormente me informó mi mujer que prácticamente desde que se subieron al cohe estuvieron intentando comunicar conmigo; cosa que hasta que llegaron al mirador de A Granxa, frente al que navegaba yo, ya llegando a Raxó no consiguieron. La verdad es que lo pasé tan bien como ellas hablando por el walkie, aunque he de decir que han heredado de la madre el don de la oportunidad, justo cuando arriaba la vela: ¡zas! llamada por el walkie.
Todo se desarrolló de una manera estupenda, atraqué, no sin cierta dificultad debido a que la marea estaba extremadamente bajas, tomamos el aperitivo y tras un rato de esparcimiento con la familia solté amarras para volver a Portonovo. Durante el trayecto de vuelta, que fue a vela había una agradable brisa del W que me permitía navegar con comodidad hacia el SW para coger ángulo y entrar directamente a la dársena de Portonovo en un segundo bordo. En el momento de hacer la virada, se produjo el fatal acontecimiento: no sabría explicar muy bien qué pasó, una ola mal tomada, un resbalón con algo de agua en la bañera, con una escota en el suelo de la misma… el caso es que casi me caigo, y todo con tan mala fortuna que me apoyé sobre la caña del timón. ¿Resultado? “¡Crack!”. La habíamos hecho buena. En mitad de la ría y sin gobierno. ¡Fenomenal!
La verdad es que siempre que salgo a navegar solo pienso “¿y si pasa algo?”, pero el hecho de que nunca haya pasado nada da una sensación de seguridad que ahora se que es una falsa seguridad. Aún así, he de decir que me siento muy orgulloso de cómo reaccioné ante la rotura del timón. Lo primero de todo fue al ver que no había mar ninguno y que estaba en mitad de la ría sin otras embarcaciones alrededor, soltar escotas y dejar las velas al pairo. Tras eso estuve inspeccionando el timón que como se ve en la foto rompió justo en el enganche con el eje de la pala. Hice unas pruebas moviendolo con la mano y con el pie y llegué a la conclusión que si no subía demasiado el viento, con ayuda del pie, podía perfectamente mantener el rumbo que me llevaba hacia Portonovo. Aún así, intenté mediante cinta americana y unos cabitos encajar la caña en su sitio con relativo éxito, era posible gobernar con ella, pero no inspiraba mucha confianza. Pensé entonces que en cualquier caso, podía usar el fueraborda para propulsar y gobernar el barco, pues su eje no está fijo.

Al final entre el improvisado de la caña al eje del timón y mi pie en la pletina que une la caña al eje del timón conseguí gobernar el barco sin excesivos problemas, por lo que volví a vela hasta entrar en la ensenada de la playa del Silgar, donde recogí el génova y arrié como pude la mayor, pues no era fácil aproarse sin caña. En cualquier caso no hubo excesivos problemas. Tras arriar avisé por radio al Náutico de Portonovo de que iba a entrar en la plaza de amarre y de que iba sin timón, que sólo podía gobernar mediante el fuera-borda. Al llegar a mi amarre, me estaba un marinero esperando que me indicó que diera un golpe de empuje con el motor virado para entrar en la plaza y que luego, una vez encarrilado, metiera contramarcha para frenar la embarcación, que no me preocupara que si no llegaba ayudaba a pararla él. Al final fue todo como la seda y quedó en un susto. No quiero ni pensar que me pasara esto un día con una fuerte rasca o mar; claro que esos días procuro quedarme en puerto.

Ya tengo la caña encargada a mi carpintero de referencia (http://www.carpiglob.com/), de hecho estamos valorando hacer una virguería y construir a la vez un cañín con la misma forma que la caña y que sea escamoteable en la propia caña. No se, quizá haya que incrementar el grosor de la caña para suplir la resistencia que se elimina al abrir el cañín, pero eso ya lo veremos. Por otro lado, y para no tener problemas si esto vuelve a suceder, voy a tratar de hacer un taco que encaje en la pletina con un agujero del diametro de un candelero o algo así, en ese caso, entre el taco y un candelero, o la pata de la mesa del camarote o similar podría hacerme una caña del timón de fortuna.
En fin, que fue sólo un pequeño susto. Esperemos que no vuelva a pasar.

Una funda para la caña

Tras el arreglo que le han hecho a la caña del timón en Carpiglob: desmontar el laminado que la compone, volverlo a encolar todo, lijar, me daba no se qué el dejarla a la intemperie para que se estropeara de nuevo, por lo que decidí hacerle una funda.

Antes de volver a montar la caña la se la llevé a mi suegra, que no tiene nada que ver con el mito existente de las suegras y con ella hicimos un patrón para la misma, me fuí a una tienda de telas y compé tela de gabardina. Con esa tela mi suegra hizo lo siguiente:

¿Por qué tela de gabardina? Pues muy sencillo, porque me dijo mi suegra que su máquina de coser tiene tantos años como ella y no iba a poder coser una lona.

Ahora queda la segunda parte, que es impermeabilizar la tela y las costuras del todo, así que los próximos días tendré que buscar algún producto impermeabilizante para telas (se que los hay para tiendas de campaña), y que soporte los rayos UV.

¿Qué más queréis por 6 euros de tela y un rato con vuestra suegra?