El pasado sábado nos tocó bailar con la más fea. Bueno, a ser cierto, la más fea éramos nosotros, pero la verdad es que he de decir que me siento muy orgulloso de la regata que hicimos, a pesar de acabar a más de 40 minutos en tiempo compensado del ganador.
Todo empezó a las 12:15, hora a la que llegué al puerto de Portonovo con mi flamante nueva caña del timón, lista para ser colocada para la regata, pues le falta barnizar o darle aceite de teca o lo que sea, y al acabar la misma debía llevármela de nuevo conmigo. Me llevé un gran susto cuando vi que habíamos situado la pletina que la une al eje del timón demasiado adelante, por lo que la caña sólo se podía unir al timón si estaba levantada unos 45 grados. Era inviable salir a navegar así. Me puse a buscar algo por el barco con lo que desgastar un poco la madera, y estuve rascando en la madera con un cuchillo durante unos minutos sin resultado ninguno. Cuando ya estaba a punto de darme por vencido pedí ayuda a los dos marineros del puerto que estaban de guardia, y me ayudaron a rebajar la madera 1 mm con una radial y un disco de desgaste, son unos tíos estupendos. Al final, conseguimos zarpar apenas una hora y cuarto antes de la salida.
Llegamos a la línea de salida tras una agradable navegación con vientos de través y nos situamos al norte de la misma justo antes de la salida, tal y como habíamos hecho en la última regata, la segunda prueba de la regata Galos Arizaga. En esta ocasión nos pegamos más a la prolongación de la línea de salida para cerrar a todos aquellos que nos quisieran adelantar por estribor, y para garantizarnos el viento limpio. Increíble pero cierto: ¡hicimos una salida con viento limpio durante todo el rato! Sólo por eso la regata ya valió la pena. Aún así, antes de cruzar la línea de salida, ya nos habían adelantado 4 barcos. En la siguiente imagen se puede ver el momento de la salida tal y como la aplicación eStela lo recogió.

A partir de ese momento todo fue perder tiempo, parte por nuestra incompetencia como regatistas, parte por navegar en un barco muy antiguo y pequeño como para competir con los rivales que teníamos. En cada bordo en la ceñida hasta la baliza de desmarque y la de Morrazán, perdimos gran cantidad de distancia por culpa de los ángulos de ceñida, si el lector quiere comprobar las diferencias de dichos ángulos no tiene más que echarle un vistazo a esta otra imagen y fijarse en las trayectorias de todos los barcos comparadas con la de la Peregrina:

Éramos conscientes de que íbamos a llegar últimos, pero el objetivo era perder el menor tiempo posible, así que tratamos de hacerlo lo mejor posible. Llevábamos un buen ritmo para nuestor Pumita y para entretenernos, en cada baliza tomábamos el tiempo que nuestro antecesor nos llevaba: casi 12 minutos en Morrazán, 15 en Picamillo, 18 en Camouco y veintipico en la Mourisca; nunca sabremos la distancia en meta, pues por alguna razón poco después de doblar la Mourisca se retiraron. De hecho, desde el barco de comité nos contactaron para saber de ellos, informándoles nosotros de que les habíamos visto doblar la Mourisca.
El barco se comportó estupendamente, el tramo desde Morrazán hasta Picamillo lo hicimos como un verdadero cohete, de hecho, sólo perdimos 3 minutos con nuestro antecesor en dicho tramo, siendo uno de los más largos de la regata junto con el de Camouco a la Mourisca. El tramo final, lo hicimos ya sin prisas y sin ganas pues al retirarse nuestro antecesor no tenía sentido forzar la máquina y estábamos muy cansados, pues inicialmente íbamos a ser tres tripulantes pero sólo éramos dos: esto hizo que decidiéramos ni siquiera izar el asimétrico en el tramo final, que hicimos en orejas de burro casi en su totalidad, pues al tener los carros de los escoteros del génova atascados y rotos (tengo que cambiarlos), en los rumbos de empopada o con viento por la aleta no consigo trimar bien del todo mayor y génova sin que la primera desvente a la segunda.

La verdad es que el recorrido de la prueba no me gustó demasiado, ya que para un 23 pies navegar fuera de la ría en invierno es arriesgado, y no porque no pueda hacerlo un Puma 23, al contrario, es un barco duro como una piedra “al que le va la marcha”, sino porque se como de feo se puede poner el mar entre el Cabicastro y Ons en poco tiempo y no quería volver a casa con el rabo entre las piernas tras haberme retirado. Espero que para la próxima etapa el recorrido sea dentro de la ría, aunque si las condiciones del mar son mejores que las del sábado no me importaría repetir este. Dos días antes de la regata, le comentaba a otro participante:
“Lo que me da miedo es que les de por poner un recorrido pasando por Picamillo o Camouco, no me gusta salir de la ría en invierno, un 23 pies nota mucho el mar”
Al final, uno que es cabezota e inconsciente al 50%, junto con mi cuñado, que me acompañaba de tripulante, y que también es entre cabezota e inconsciente al 50%, decidimos salir de la ría, hicimos el recorrido completo y llegamos a meta con un tiempo digno y la cabeza bien alta, aunque la verdad: agotados. Posteriormente, el juez de la regata, de
Desmarque, nos felicitaba:
“Independientemente de todo, ayer hicisteis una buena regata… cada vez se os ve mucho mejor. Incluso en la salida estuvisteis ahí con los primeros, tal y como se puede ver en las fotos. Y no tardasteis tanto para 16 millas y pico. Os vais superando.”
Esta felicitación para mi significa mucho, pues es un reconocimiento al trabajo realizado, pues realmente lo que estamos es aprendiendo, y quizá si algún día uno deja de ser el “armador perrillas” de un 23 pies y pasa a ser el “armador tirao” de algún barco más rápido, estemos ahí peleando por entrar en el podio.
Recorridos:
Al margen de todo esto, no quisiera acabar este artículo sin mencionar una cosa que no entiendo de los recorridos que se fijan para las regatas: se supone que el organizador trata de obtener la mayor repercusión posible para la misma ¿no? ¿por qué entonces se marca un recorrido en el que más de la mitad del mismo no va a ser seguido ni visto por nadie como es pasar por las torretas de Picamillo o Camouco en esta época del año? ¿Para una regata llamada Ría de Pontevedra no sería mejor un recorrido con viradas frente a cada uno de los clubes organizadores? Por ejemplo: Aguete-Morrazán-Silgar-Mourisca-Pelados-Morrazán-Silgar (16,3 millas náuticas). Y conste que no lo digo porque pudiera favorecer dicho recorrido a mi barco, al contrario, a mi barco no suele favorecerle ningún recorrido, lo digo porque un recorrido de este tipo puede ser seguido enteramente desde las instalaciones de los tres clubes náuticos organizadores. Otro ejemplo: el pasado verano, una regata daba la vuelta a Ons ¿que repercusión publicitaria tiene dar la vuelta a Ons? Si yo fuera el patrocinador querría una virada prácticamente sobre la arena de La Lanzada, Silgar o Montalvo. Quizá esté yo equivocado en este punto, no lo se, en cualquier caso, no es más que mi humilde opinión.
Este sábado más: Que se preparen todos: ¡vamos a por la remontada! (¡no se rían ustedes, que son muy malos!)