42º Regata Conde de Gondomar (II)

El pasado 22 de Julio de 2017 hice mi primera subida al Carrumeiro Chico dentro de la Regata Conde de Gondomar que organiza, desde 1975, el Monte Real Club de Yates de Bayona. Como el lector imaginará no la hice el el Peregrina sino en el Marara IV, un magnífico Jeanneau One Design 35, propiedad de Javier Montenegro y Vanessa Martínez que tuvieron a bien invitarme a compartir con ellos la experiencia.

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Mis dos marineras favoritas

No hace mucho hablaba de la navegación en solitario y de que la soledad estando acompañado se disfrutaba mucho más. Para qué negarlo, preferiría ir acompañado más veces, en especial de mis dos marineras favoritas, esas a las que les da miedo que el barco escore, a las que aprovechan cualquier momento para ponerse a bailar en la bañera, o las que disfrutan empapándose la cara al navegar a motor contra las olas con el resultado de los consiguientes rociones. A la pequeña le gusta más el rollito, y eso que la primera vez que se subió lloró desconsoladamente hasta que la bajamos; la mayor, que era más entusiasta al principio, ahora no quiere ni oir hablar del barco, bueno, excepto si es para ir a Sálvora, “¡¡¡donde hay una estatua de la Sirenita!!!”, según sus propias palabras. Una pena que no vengan más a menudo, aunque poco a poco espero ir convenciéndolas para la causa.

Gracias a @pope_suarez por las fotos.

La ida fenomenal, la vuelta un despropósito

Una de las cosas de ser armador con poca experiencia es que a veces, cuando uno decide hacer algo, no se da cuenta de que está intentando algo que queda fuera de sus posibilidades, o que no lo ha preparado suficientemente bien.

Hoy, me he pegado una buena navegada, unas 20 millas, he ido desde Sangenjo a San Vicente do Mar, visita que tenía pendiente de hacer desde hacía demasiado tiempo; que ganas tenía de navegar en mi ensenada; y he vuelto. Salí a primera hora con viento de través, con la botavara sensiblemente abierta y la génova poco cazada. (Tengo que hacerme con unos escoteros de génova porque lo que tengo están fijos, y en los largos, traveses y empopadas, el rendimiento de la génova se nota que es desastroso). Tras doblar el Cabicastro, puse rumbo entre Sálvora y Punta Centolo, con todo cazado pues estaba en ceñida, tras varios bordos, llegué bastante bien a San Vicente do Mar. El marinero de guardia en el puerto volvió a oír en su emisora el típico en verano mensaje de “Club Náutico San Vicente do Mar, Club Náutico San Vicente do Mar, Club Náutico San Vicente do Mar, aquí Peregrina, aquí Peregrina, aquí Peregrina”… al final del mensaje le incluí un “el regreso del hijo pródigo”.
La parada en San Vicente apenas duró una hora, y al ver que aparentemente el viento había decaído empezó el despropósito: Ya en una ocasión, en la Ría de Pontevedra, había sacado el Spi yo solo, con bastante fortuna entonces, por lo que hoy he podido contrastar, así que osado de mi, navegando en solitario decidí que lo iba a subir hoy también, me esperaba una buena empopada, así que ala: preparé las escotas, la driza, la braza y coloqué la vela.
Nada más subirla, me fijé que la driza estaba mal puesta, pasaba por dentro del baby stay, dando un brinco lo corregí e izé la vela. Tenía un “chorizo” a media altura, por lo que hice lo mismo que en otras ocasiones, soltar driza para que el giratorio funcionara y se quitara la vuelta, pero ni de coña. Para colmo, la braza no hacía más que engancharseme en la roldana de proa por lo que dificultaba cualquier maniobra. Cada dos por tres tenía que ir a proa a solucionar alguna cagada anterior, el viento subía rápidamente, nada que ver con la brisa inicial, lo que hacía que tener el spi subido, aunque fuera con un chorizo en el medio fuera un verdadero peligro, así que solté braza del todo y lo recogí desde la bañera, izé génova y puse rumbo a Faxilda.
A medida que me acercaba a Picamillo el mar iba aumentando a la par que el viento, por lo que decidí arriar la génova y seguir sólo con la mayor y empujar con el motor mientras las olas empujaban el barco a unos 7 nudos. Tras doblar de nuevo el Cabicastro el mar de fondo se calmó, por lo que de nuevo abrí génova y fui hasta la bocana del puerto sin motor.
Conclusión: SI NO ERES UN CRACK, NO TRATES DE SUBIR EL SPI TU SOLO.
Sólo espero que no me viera nadie, porque me podrán vacilar lo que no está escrito.

Ayer estúve en Sálvora

Fui de avanzadilla con los “amigotes” porque hoy tenía pensado ir con las peques y la almiranta, y quería reconocer el terreno.

Os cuento mi experiencia por si a alguien le puede valer.

Llegué a Sálvora desde el sur, y entré en la ensenada del Castillo o como se llame por el norte de la piedra que hay en el medio, es decir, dejándola a babor, y fondeé entre la misma y el castillo. La marea estaba mediada y a pesar de verse el fondo había calado más que de sobra. No quise entrar más porque soy un cagueta.

Mientras recogíamos todo, llegó un barco cargado con material de obra: compresores, andamios, etc. supongo que para una obra del Parque, el faro, etc. El barco, al contrario que yo, dejó la piedra a estribor: ‘Vaya ojo tengo para elegir por donde entrar, pensé’.

La tripulación se lió la manta a la cabeza y se tiró al agua para ir a tierra, yo me quedé de guardia porque como ya he dicho soy un cagueta, aunque me di un buen baño. Fueron nadando hasta el muelle y subieron por unas escaleras verticales.

Me eché una siesta tras una cervecera helada, que no os la podéis imaginar, fue una cosa indecente. Y un rato después, a gritos me despertaron desde tierra.

Estaban hablando con el vigilante de la isla y les dijo que podía acercarme a recogerlos al pantalán (yupiiiii!)

Puse defensas, encendí motor, subí el ancla y para el pantalán. Allí tuve un rato para hablar con el vigilante, que dijo que si otro día le pillamos con tiempo que nos abre el almacén y nos enseña la isla (un tío encantador). También me dijo que por el ángulo en que estaba el barco, le costaba leer el folio en la amura y que le dijera el nombre del barco para comprobar el permiso (ningún problema, xq permiso tenía). Finalmente le pregunté por el pantalán, si se podía usar o estaba haciendo una excepción. La respuesta es que SI, pero sólo para bajar o subir personas y cosas, que el pantalán es como una escalera, tiene que estar libre, podemos acercarnos a descargar tripulación, toallas, etc, pero luego hay que sacar el barco y fondearlo. Por último me dijo que en la playa junto al pantalán hay también una piedra, por lo que no me separara demasiado en perpendicular del mismo, y que para entrar y salir, que mejor entre la piedra del medio de la ensenada y el muelle, aunque con mis 1,40 de calado no habría problema.

Por cierto, si uno no es fakir, y va a desembarcar a dar un paseito, que lleve calzado de andar por el monte, porque apenas hay caminos, y los que hay están llenos de piedras.