Que “el mantenimiento de un barco es caro” es otro mito, aunque en este sólo lo es a medias. El mantenimiento de un barco es caro si somos incapaces de “mancharnos las manos”.
Un armador incapaz de apretar una simple tuerca y que todo lo encarga a una empresa de servicios náuticos, evidentemente pagará una buena factura, ni se lo imagina, pues este tipo de empresas no se suelen cortar un pelo a la hora de facturar, ya que creen a pies juntillas el mito de “Si tienes barco es porque eres rico” pero si está dispuesto a sacrificar algún día de navegación para hacer reparaciones o mejoras personalmente, la cosa cambia mucho.
Es muy importante tener en cuenta que a la hora de mantener una embarcación es que tiempo/persona = dinero. Por esto, si decidimos lijar las maderas de nuestro barco y aplicarles el tratamiento adecuado, deberemos tener en cuenta solo el coste de los productos necesarios porque el precio de tiempo/persona por hora es de 0 €,, salvo que estemos usando tiempo de nuestro trabajo, claro, el ahorro será considerable frente a encargarlo a un profesional que nos va a facturar menos tiempo del que nos llevaría a nosotros pero bastante por encima de los 0 €.
A quien no quiero dejar de referirme en este artículo es a las empresas, y a las de servicios náuticos en particular, marinas, etc. Los precios de las tareas o productos, multiplican sus precios en cuando mencionas las palabras “para un barco”. Caer en trampas tipo “Inox del bueno, bueno“, es tremendamente fácil cuando entras por primera vez en este mundillo. Una bombilla led para el interior de un camarote puede oscilar entre poco más de 3 euros y 12 dependiendo de dónde la compres. En mi reciente compra de un Compás para el barco me he encontrado precios entre 139 y 190 euros para un mismo producto dentro del mismo pueblo (no hablo siquiera de una ciudad).
De lo que no nos libramos es del amarre, y esto sí que es caro, en algunas zonas prohibitivo, pero como ya he dicho más de una vez, en la vida todo es cuestión de prioridades. En mi caso, el haber dejado de fumar y el dejar de estar suscrito a una revista me han sufragado el amarre. (Condiciones del almirantazgo, con el que las negociaciones fueron duras para convencerla que me dejara comprar un barco). Las administraciones públicas deberían revisar el modelo bajo el que se construyen las instalaciones nauticas. ¿Se imagina vd. lector que se construyese una piscina pública o un pabellón polideportivo que tuviese su propio reglamento de policía, tasas de utilización G5/X5 y criterios de rentabilidad como los de un puerto deportivo? ¿Acaso no son imstalaciones ambas para fomentar el deporte entre la población? En fin, esta última reflexión seguramente sea el germen de un nuevo artículo.