Vamos a acompañar al Juan Sebastián de Elcano

Juan Sebastián de Elcano fondeado frente a Sangenjo el 12 de Julio de 2019 (foto enviada por Fernando Pazó)

Hoy 13 de julio de 2019 voy a hacer una cosa que hace mucho tiempo tenía ganas de hacer. Todo se remonta a una noche hace muchos años en la jamonería Mimbre de San Vicente do Mar. Entre copa y copa, surgían las conversaciones y los vaciles con Luis, el propietario de dicho local.

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Un sábado de agosto en pleno mayo

Un sábado de agosto en pleno mayo, eso fue lo que sucedió el pasado. La verdad es que la previsión de tiempo era inmejorable, aunque quizá parecía que el viento iba a escasear, y la verdad es que así fue hasta pasadas las dos de la tarde. Salimos de Sanxenxo tras, como no podía ser de otra forma, llenar la nevera del barco de cervezas y hielo. Además, para comer, no quisimos complicarnos y fuimos por el bar A Lonxa de Portonovo a coger “tres bocadillos de jamón asado con queso para llevar y que vayan bien de salsa por favor”.

Dado que el viento era más bien nulo, ni nos molestamos en quitar la funda a la mayor o desenrollar las escotas de los winches. Encendimos el motor y arreamos. En un principio la tripulación proponía ir al medio de la ría y quedarnos a la deriva, pero la verdad es que a mi eso no me convencía demasiado y además, ya tenía pensado ir a un sitio en concreto. Nuestro destino era uno de esos sitios dentro de la ría que estarían en el top 5 de los mejores sitios donde fondear, y que por desgracia está también el el top 5 de los sitios más conocidos de la ría. No voy a decir el nombre del sitio, porque no tengo el menor interés en que se sepa, aunque con una simple foto colgada en el facebook ya hubo quien lo identificó.

Fondeamos en el no mencionado sitio y mientras manteníamos una animada charla nos tomamos unas buenas birras, ya fresquitas, y nos comimos los “bocadillos de jamón asado con queso para llevar y que vayan bien de salsa” y tras eso, preparé a mis “grumetes” unos buenos gin-tónic “tamaño cadete” para que disfrutaran de postre. Durante la comida llegó una motora que iba a reunirse con otra que ya estaba fondeada cerca nuestra y al ir a abarloarse se dieron una castaña de padre y señor mío; no sé si hubo muchos daños, pero sonar, sonó, y bastante. Pasado un rato de animada charla me di cuenta de que a mí, el tema de la vela me gusta más que a ellos, pues tras comer me di cuenta de que se había levantado una hermosa brisa, y me “ardía el culo” por izar las velas.

Así que como donde hay patrón no manda marinero, tuve que currarme toda la preparación de escotas, drizas y demás para izar las velas, pero en cuestión de 5 minutos estábamos izando el ancla, no sin antes preprar una segunda ronda de gin-tónics “tamaño cadete”.  La navegación a vela fue tranquila, con viento por la aleta (no diré cual para no dar pistas de dónde estábamos fondeados) poco a poco nos acercamos a Raxó, pues uno de los tripulantes se tenía que quedar allí sobre las cuatro de la tarde. Dado que nos sobraba tiempo, optamos por virar y cruzar la ría con el fin de hacer algo de tiempo y aprovechar la maravillosa brisa que soplaba.

Llegando a las inmediaciones de Aguete pudimos ver la salida de la Vuelta a Tambo para embarcaciones Tradicionales donde se podían ver estos hermosos barcos. Dimos la vuelta y entramos en el puerto de Raxó y desembarcamos para tomar algo con el tripulante que nos dejaba y, mientras el otro con una llamada invitaba a una amiga suya. Tras llegar esta, acompañada de una segunda, embarcamos de nuevo y volvimos a hacer un rápido trayecto de cruce de ría y vuelta a Tambo para dejarlas de vuelta. Durante dicho trayecto nos cruzamos con varios de los barcos que realizaban la Vuelta a Tambo y charlé con el patrón del Sara O por radio quien me explicó que no se trataba de una regata sino un paseo en conjunto. Poco después tuve la ocasión de por fin saludar en persona al armador del Tiki-Taka, un bonito catamarán polinesio que surca las rías bajas, así que para celebrarlo mi tripulante decidió preparar una tercera y última ronda de gin-tónic “tamaño cadete”.
Tras desembarcar a las dos pasajeras en Raxó, y ante la llamada del almirantazgo reclamando mi presencia, arriamos velas, encendimos el motor y zurramos para el puerto de Sanxenxo lo más rápido que pudimos.

“¡Te vi a poné una bola negra!”

La Regla 30 del Reglamento Internacional de Prevención de Abordajes, que hace referencia a Buques fondeados y buques varados dice:

REGLA 30. Buques fondeados y buques varados
  1. Los buques fondeados exhibirán en el lugar más visible:
    1. en la parle de proa, una luz blanca todo horizonte o una bola;
    2. en la popa, o cerca de ella, y a una altura inferior a la de la luz prescrita en el apanado i, una luz blanca todo horizonte.
  2. Los buques de eslora inferior a 50 metros podrán exhibir una luz blanca todo horizonte en el lugar más visible, en vez de las luces prescritas en el párrafo a).
  3. Los buques fondeados podrán utilizar sus luces de trabajo o equivalentes para iluminar sus cubiertas. En los buques de 100 metros de eslora o más la utilización de las mencionadas luces será obligatoria.
  4. Además de las luces prescritas en los párrafos a) o b), un buque varado exhibirá, en el lugar más visible:
    1. dos luces rojas todo horizonte en línea vertical;
    2. tres bolas en línea vertical.
  5. Las embarcaciones de menos de siete metros de eslora cuando estén fondeadas dentro o cerca de un lugar que no sea un paso o canal angosto, fondeadero o zona de navegación frecuente, no tendrán obligación de exhibir las luces o marcas prescritas en los párrafos a) y b) de esta Regla.
  6. Los buques de menos de 12 metros de eslora, cuando estén varados, no tendrán obligación de exhibir las luces o marcas prescritas en los apartados i) y ii) del párrafo d) de esta Regla.

Cuando hacía las prácticas del PER, el primer día, por la mañana nos dedicamos a hacer maniobras en una plaza de amarre en un puerto, y por la tarde hicimos unas cuantas maniobras de fondeo, tomas de marcaciones para buscar nuestra posición en la carta y posteriores comprobaciones para asegurarnos de que la embarcación no garreaba. Las maniobras de fondeo las hicimos frente a la playa del Silgar, en Sangenjo donde había tres barcos más fondeados.

El profesor, recuerdo que nos hizo la siguiente pregunta: “¿A parte de los pabellones qué otro distintivo podeis ver en esos barcos fondeados que los identifica como extranjeros oficiosamente?”. Nos miramos todos unos a otros con cara de perdidos, y el más listo de la clase dijo: “¡La bola negra!, en España nadie la pone!”. Y así es, bueno, nadie la pone, excepto la Armada claro, esos suelen cumplir todo a rajatabla.

Yo he de confesar que no tengo bola negra, pero en mi disculpa, diré que mi embarcación tiene 6,67 metros según la documentación, a pesar que 23 pies son 7,01 metros, por lo que acogiéndome al punto e de la mencionada regla, no me hace falta. Pero me gustaría saber que porcentaje de los propietarios de embarcaciones de más de 7 metros dispone de la mencionada bola negra.

Todo esto surge porque el otro día, al pasar varias veces alrededor del Juan Sebastián Elcano me fijé que sí la tenían puesta. Al llegar a casa, le comenté a la Almiranta este aspecto y me dijo que si no era obligatoria para nuestro cascarón que ni hablar de comprarla y gastar más dinero (supongo que preferirá una colchoneta a medida para la proa, y entiendo que es mucho más importante eso, claro, ni se me ocurriría discutirlo), pero que si quería una bola negra, que podía usar una de las orejas de la Casa de Mickey Mouse que tienen las niñas y con la que apenas y juegan ya… Si os soy sincero, me parece que llegaría de sobra, siempre y cuando no me pidan la homologación, claro.

Ayer estúve en Sálvora

Fui de avanzadilla con los “amigotes” porque hoy tenía pensado ir con las peques y la almiranta, y quería reconocer el terreno.

Os cuento mi experiencia por si a alguien le puede valer.

Llegué a Sálvora desde el sur, y entré en la ensenada del Castillo o como se llame por el norte de la piedra que hay en el medio, es decir, dejándola a babor, y fondeé entre la misma y el castillo. La marea estaba mediada y a pesar de verse el fondo había calado más que de sobra. No quise entrar más porque soy un cagueta.

Mientras recogíamos todo, llegó un barco cargado con material de obra: compresores, andamios, etc. supongo que para una obra del Parque, el faro, etc. El barco, al contrario que yo, dejó la piedra a estribor: ‘Vaya ojo tengo para elegir por donde entrar, pensé’.

La tripulación se lió la manta a la cabeza y se tiró al agua para ir a tierra, yo me quedé de guardia porque como ya he dicho soy un cagueta, aunque me di un buen baño. Fueron nadando hasta el muelle y subieron por unas escaleras verticales.

Me eché una siesta tras una cervecera helada, que no os la podéis imaginar, fue una cosa indecente. Y un rato después, a gritos me despertaron desde tierra.

Estaban hablando con el vigilante de la isla y les dijo que podía acercarme a recogerlos al pantalán (yupiiiii!)

Puse defensas, encendí motor, subí el ancla y para el pantalán. Allí tuve un rato para hablar con el vigilante, que dijo que si otro día le pillamos con tiempo que nos abre el almacén y nos enseña la isla (un tío encantador). También me dijo que por el ángulo en que estaba el barco, le costaba leer el folio en la amura y que le dijera el nombre del barco para comprobar el permiso (ningún problema, xq permiso tenía). Finalmente le pregunté por el pantalán, si se podía usar o estaba haciendo una excepción. La respuesta es que SI, pero sólo para bajar o subir personas y cosas, que el pantalán es como una escalera, tiene que estar libre, podemos acercarnos a descargar tripulación, toallas, etc, pero luego hay que sacar el barco y fondearlo. Por último me dijo que en la playa junto al pantalán hay también una piedra, por lo que no me separara demasiado en perpendicular del mismo, y que para entrar y salir, que mejor entre la piedra del medio de la ensenada y el muelle, aunque con mis 1,40 de calado no habría problema.

Por cierto, si uno no es fakir, y va a desembarcar a dar un paseito, que lleve calzado de andar por el monte, porque apenas hay caminos, y los que hay están llenos de piedras.