
Continuar leyendo “Fin de semana completito – XV Regata de Cruceros de Portonovo (I)”
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El Peregrina está de nuevo en el agua. Tenía muchas ganas de escribir esta tonta frase, pero he de reconocer que no tenía pensado hacerlo en este blog, pero recientemente, han sido varias las personas a las que he oido comentar que seguían este blog, cosa que me deja bastante sorprendido, pues no me conocen de nada, y no comprendo como mis desvaríos plasmados en este blog pueden captar el interés de los demás; pero como tampoco aspiro a entender todo lo que en el universo sucede, no voy a profundizar en ello y sí voy a tratar de volver a escribir aquí.
Debería empezar con un largo y tedioso ciclo de artículos acerca de todas las reparaciones que se le hicieron al barco durante los casi dos años y medio que ha estado en tierra, pero como eso me acabaría hastiando, haré un breve resúmen en este artículo y si acaso, más adelante, iré intercalando artículos acerca de la reparación, seguramente sin profundizar demasiado, pues Internet está lleno de gente que habría hecho los trabajos realizados mejor que yo y no quiero que me lean la cartilla.
Durante dos años y medio el barco ha estado en la carpintería de mi cuñado y mi sobrino, quienes se han portado sensacionalmente conmigo, para que ahora estén tan denostados los cuñados. Allí dispuse de todo tipo de herramientas: radiales, lijadoras de banda, rotoorbitales, cepillos, todo tipo de herramientas neumáticas, etc. Allí, no sin darme demasiada prisa, para qué lo voy a negar, me dediqué a eliminar las innumerables capas de patente que el barco tenía, e ir pinchando las ampollitas para vaciarlas. Posteriormente, estas fueron abiertas para sanear el el laminado, al mismo tiempo, eliminé todo el laminado de la orza hasta llegar a los pernos, que tenían un aspecto estupendo y todo fue rellenado con distintos productos epoxy (mejorador de la adherencia, masillas epoxi, y gel-coat epoxy). Finalmente, varias capas del mencionado gel-coat epoxi en obra viva y muerta, lijado y capas de lasur en la madera de la regala, y al agua.
No quisiera finalizar este artículo sin dar las gracias a todos los que me han ayudado en la vuelta del barco al mar: Alejandro, Paco, Cristóbal y Pablo de Carpiglob; los amiguetes Juan, Luis, Guillermo, Óscar y Lía; los familiares Eulógio, Amancio, Tomás, y Chapi, y finalmente, Julio del Club Náutico de Portonovo; Senén de Gairesa, y Yolanda, Javier y Jose Velas Gándara, y sobretodo al almirantazgo, que me ha aguantado mucho durante estos dos largos años y pico.
Encargué un estay nuevo a partir del roto, me salió por 23 euros, mucho más barato que el anterior, que había costado 50, y es que en esto de la náutica si no espabilas te hacen precio de potentado antes de que parpadees. Con la ayuda de mi sobrino Jesús desmontamos el enrollador, engrasamos el tambor, el “traveller”, y colocamos el nuevo estay distribuyendo los bujes a lo largo de los perfiles para que el cable del estay fuera centradito. Finalmente, compré por Internet un nuevo disco separador de driza para el tope del enrollador, ya que en mi tienda náutica habitual me dijeron que no lo había para dicho enrollador, y que si acaso tendía que cambiarlo, en fin, prefiero no explicar cómo fue aquella conversación porque tampoco quiero calentarme, pero tengo claro que mientras siga ese dependiente en la tienda, que ya me ha engañado o intentado engañar varias veces, no pienso volver por allí, y no porque no tengan buenos productos, que los tienen, sino porque no confío en él como asesor, que es el plus principal que tiene la tienda tradicional frente a la de Internet, pero no nos desviemos. La verdad es que iba de fábula. Sólo quedaba enganchar el estay en el tope del palo y ya estaba, listo para navegar.
No he querido escribir este artículo hasta disponer de todo el material necesario para solucionar el problema.
A mediados del pasado agosto, fuí con mi hermana, sí, “rodilla de acero” como alguien la bautizó en su momento, a darnos unos baños en la playa de Area Brava en Aldán, donde se encontraban mis primos. Tras una travesía bastante tranquila, en la que incluso hubo que tirar del motor llegamos allí. Inicialmente nos ibamos a abarloar, pero desistimos de hacerlo pues se levantó un pequeño pero molesto mar de fondo del norte.
Tras unos baños y un rato de charla, desconfiando de ese mar de fondo que parecía levantarse cogí los prismáticos y le dije al novio de mi prima, que era el patrón del otro barco: “Oye, a mi esto no me gusta nada como se está poniendo, yo voy a arrancar, y tú deberías hacer que tienes 10 millas de ceñida por delante.”
Al poco tiempo ya navegabamos rumbo norte, tratando de abrirnos lo máximo con el fin de entrar directamente hacia Portonovo en un solo bordo. Aquello no iba bien del todo, el viento se quedaba y el mar crecía: “qué cosa rara” pensé yo, esto no es normal aquí. Tomé la decisión de mantener la mayor para darle estabilidad al barco, recoger el génova y arrancar el motor. Evidentemente el rumbo desde ese momento fue el de ir directamente a puerto, por lo que poco a poco nos fuimos acercando a Cabo Udra.
De un minuto al siguiente las olas se multiplicaron por 4, era una locura, me tuve que poner el traje de aguas y arriar la mayor. Mi hermana, y una de mis primas, que se había cambiado de barco en Aldán, se metieron en el camarote, y yo me quedé fuera chorreando. Las olas pasaban por encima de la cubierta y dos de ellas provocaron el fatal acontecimiento del que trata este artículo.
Mi tapa del pozo del ancla estaba sujeta sólo por una bisagra desde hacía ya unas semanas, por lo que la culpa sólo se me puede achacar a mi, debería haberla cambiado, por lo que cuando una ola abrió la tapa, y otra la arrancó, me quedé con cara de tonto.
Desde entonces he pedido como unos 300 presupuestos, y como siempre, en lo que a la náutica de recreo se refiere, hay unas diferencias abismales entre unos y otros. A todos les dije lo mismo: “Necesito hacer una tapa de pozo de ancla para mi Puma 23, y dispongo de una igual que me la puede prestar un amigo”. Me encontré con los siguientes precios: 100 aproximadamente, 180, 380 y 100.
He de decir que ya tengo mi flamante nueva tapa, y me ha salido bastante bien de precio, y aunque el dibujo del antideslizante no es igual bien vale. Sólo espero que no destaque demasiado su blancura en la proa del Peregrina.
Sólo me falta montarla.