Siempre he tenido ganas de hacer una larga singladura en el barco, dormir en distintos puertos. Como diría un cursi: “ver mundo”. Este verano, junto con un cómplice, por fin me he quitado el gusanillo, aunque con matices por la forma. Teníamos un objetivo común: llegar a Fisterra, yo por doblar el Carrumeiro Chico con el Peregrina y él por cenar en el Tira do Cordel. Así fue nuestra vuelta a casa.
Ya los sé, es el quinto artículo que empiezo con el mismo párrafo, los otros son: Entrega 1, Entrega 2 Entrega 3, Entrega 4.
El Peregrina es un barco pequeño. Tras dos días y dos noches conviviendo en el mismo ya apetecía ,a. Este es el relato de nuestro regreso al hogar y del final de la que hasta ahora ha sido la más larga navegación del Peregrina en aguas gallegas.
Bofetada de Realidad
El día de la vuelta a casa había llegado. Amanecimos temprano, sobre las 8 de la mañana. La verdad es que no habíamos dormido mucho, pero tras unos disolventes nocturnos, tanto Marcos como yo, ya hace muchos años que dormimos poco. Cosas de la edad. Al abrir el camarote y salir al exterior nos encontramos la peor situación posible: niebla y absolutamente nada de viento.
Era una faena, desde donde estábamos apenas se veía la bocana de la dársena. Iba a tocar utilizar el GPS intensivamente. Además se presentaba un agravante: la ruta que íbamos a seguir podía ser usada por mercantes entrando o saliendo del puerto de Villagarcía. ¡Todo ventajas!
Pegaditos a las balizas sur
Tras revisar la carta, optamos por planificar la ruta pasando pegados a todo lo que estuviese en el margen sur del canal de entrada a Villagarcía. Para esto tomaríamos referencia en cada baliza del rumbo a seguir y lo seguiríamos con el compás. Eso sí, corrigiendo de vez en cuando con el GPS y el Navionics.

Pusimos el barco a son de mar y salimos por la bocana. No se veía absolutamente nada, así que tiramos de GPS para ponernos en la primera de las balizas. A partir de la misma, y tras comprobarlo en Google Maps, vimos que si íbamos pegados a las bateas hasta la Isla de Arosa estaríamos seguros, así que eso hicimos. La verdad es que la vuelta estaba resultando algo decepcionante. Absolutamente todo a motor. Pero bueno, es lo que había. Nos turnamos un rato cada uno a la caña mientras el otro echaba una cabezada.

No tardamos en llegar a Punta Cabalo. De ahí a la baliza del Bajo Ter y cambio de rumbo al S30W para salir de la ría hacia el Pombeiro pegados a Pedregoso y las balizas de Mezos y Esqueiros. Curiosamente, mientras navegábamos entre Pedregoso y los Mezos, de la nada, apareció paralelo a nosotros por estribor un mercante como un mundo que se dirigía hacia el puerto de Villagarcía. “Menos mal que planificamos venir pegaditos a las balizas” recuerdo que pensé. Con niebla es un gran handicap no disponer de AIS ni radar.
Pombeiro, La Lanzada y Ons
Durante nuestro recorrido nos acompañó la niebla prácticamente hasta entrar en la Ría de Pontevedra. Había zonas donde apenas se veía a 100 metros y otras donde la visibilidad aumentaba considerablemente. Pasamos el Pombeiro y nos dispusimos a navegar pegados a la costa de San Vicente con el fin de acortar, pero siempre pendiente de los bajos que hay en la zona.

Nos llamó mucho la atención un tipo que navegaba en piragua por la zona con la niebla que había. No sé si llevaría algún instrumento de navegación como GPS o compás, pero con la niebla que había me parecía cuando menos temerario.
Al llegar a Punta Miranda pudimos por fin izar velas y navegar un poco con la brisa que movía la niebla, aunque tuvimos que mantener el motor encendido al ralentí hasta llegados a la altura de Fagilda, allí apagamos motor y seguimos sólo con vela. ¡Hasta tuvimos ocasión de picarnos con otro barco!. Por supuesto ganamos, nosotros debíamos ir a 2 nudos y ellos a 1,9. ¡¡¡Menudo repaso!!!

Poco tiempo después, sobre las 13h entrábamos en la ría, tras pasar el Cabicastro el viento se quedó del todo y hubo que encender el motor. Casi habíamos completado la vuelta a casa.
Mientras recorríamos la última milla Marcos se puso a recoger los pertrechos en el camarote y yo a recoger todo lo que estaba en el exterior con el fin de tardar el mínimo tiempo posible al llegar a puerto. ¡Teníamos la ocasión de llegar a comer a casa!
Vuelta a casa: reto superado

El 9 de Agosto de 2020 a las 14h entramos en puerto con una gran satisfacción encima, tanto por nuestro desempeño como por el del barco. El Peregrina desde luego se había portado. Tras amarrar, terminamos de recoger nuestras cosas y empezamos a descargar todo. Como anécdota diré que descargamos también una botella de vermú y otra de ginebra que visto lo visto no deberíamos haber llevado, pues ambas conservaban su precinto (ni sombra de lo que fuimos).
Caminamos hasta el coche con todos los pertrechos, nos dimos la mano y nos fuimos cada uno por nuestro camino con la mente pensando ya en la Larga Singladura de 2021.
Fin.