Tras casi 3 meses de secano, el pasado sábado pude de nuevo volver a navegar. Se trataba de la primera prueba de la Regata de Navidad que todos los años organiza el Real Club de Mar de Aguete. Gracias a un habitual del Peregrina en las regatas del invierno pasado: Alberto, que es también armador de un Puma 23, llamado Nada Segundo con el que participamos en la mencionada prueba. Así lo vivimos a bordo del Nada Segundo.
La verdad es que hizo un día de perros, viento rolando constantemente, subiendo y cayendo cada dos por tres, lluvia abundante a ratos; pero he de reconocer que a ratos, fue un día en el que se pudo disfrutar mucho de la navegación.
La salida sufrió un aplazamiento, cosa que nos permitió llegar a tiempo a la misma, pues no podíamos acelerar el motor más de 1.100 r.p.m. ya que están pendientes de cambiar los silentblocks del mismo. No había viento, pero por lo menos no llovía, eso sí, a medida que nos acercábamos a las inmediaciones de la baliza de Pelados, donde se iba a dar la salida, empezó a llover con intensidad, y la verdad, a pesar de la ropa de aguas, acabamos empapados.
Cuando anunciaron el recorrido me pareció excesivamente largo para la época del año y las condiciones meteorológicas, y de hecho, al final hubo que recortar el recorrido, tanto de barcos ORC como de Clásicos y Veteranos, categoría en la que participábamos.
En la salida una caída repentina del viento nos dejó a mitad de la linea mientras tratábamos de alcanzar el lado del barco del comité, por lo que la salida fue, siendo generoso, bastante mala. Durante la siguiente media hora a la salida además el viento era muy escaso, y de popa, cosa que al Puma 23 le viene fatal, sobretodo no pudiendo izar el asimétrico, ya que de los tres tripulantes que íbamos a ser, al final sólo fuimos dos.
Conseguimos perder menos tiempo del que parecía que íbamos a perder, y tras doblar la baliza en la ceñida hacia la baliza de Tambo empezamos a recuperar algo de terreno, aún así, para desgracia nuestra a la altura de Aguete el viento volvió a caer perjudicándonos gravemente. El tramo Aguete – Tambo se nos hizo eterno, y el frío empezaba a hacer mella a la vez que empezaba a obscurecer. Por entonces no sabíamos que el recorrido se había acortado, y a bordo hablábamos de retirarnos, pues la vuelta de Aguete a Combarro con el motor a 1.100 r.p.m. podía eternizarse. Poco después nos enteramos del acortamiento del recorrido y decidimos no retirarnos, pero con el poco viento que había, era prácticamente imposible llegar en un plazo de tiempo razonable a la meta. Al final, al ser los últimos en nuestra clase, y no tener repercusión para la clasificación de la misma, el Comité de Regata nos dio por entrados, con el fin de evitarnos la vuelta ya con noche cerrada, a la vez que enfilábamos la bocana de Combarro ya a motor.
La verdad es que la vuelta al mar fue como un empujoncito para seguir con las reparaciones en el Peregrina, y si bien, deportívamente hablando, la regata fue un desastre, puedo decir que por lo menos navegamos. Tengo que hacerme ahora a la configuración de velas del Nada Segundo y a su caña, que es muy diferente a la del Peregrina, a pesar de ser los dos barcos Puma 23. Espero que para la segunda prueba estemos los necesarios a bordo para poder competir usando el asimétrico y hacer una mejor salida.
No quisiera acabar este artículo sin felicitar a la estupenda tripulación del Cassandra por su victoria en la prueba en Clásicos y Veteranos y a la del Youkounkoun, con quienes tuve el placer de navegar en la Portonovo-Cabo de Cruz del pasado agosto, por si flamante segundo puesto en ORC1, a ver si mejoran para las dos siguientes pruebas y consiguen llevarse el trofeo.
El sábado que viene: ¡¡¡MÁS!!!
Yo, con un tiempo así, no salgo ni para ir al gimnasio, aunque, con ese equipo, ya puede llover… 😀
Vailet: si aquí nos quedásemos en casa cada vez que llueve…